"Contra todos los pronósticos, este país sigue siendo España. Aunque parezca mentira, seguimos circulando a otra velocidad, en dirección contraria a la del resto de Europa. Las elecciones que allí han certificado el auge de la extrema derecha, han servido aquí para resucitar a una izquierda que parecía desahuciada.
El fenómeno Podemos puede desarrollar consecuencias mucho más complejas de lo que se cree. Su gran víctima, el PSOE, tiene ahora, gracias a su fracaso, una oportunidad con la que ya no contaba. Esa convicción no sólo impulsó la iniciativa de Madina, sino que ha persuadido a la agonizante dirección de su partido a aceptarla. Para Izquierda Unida, sin embargo, una mala interpretación del éxito de su aliado natural acarrearía un peligro mucho mayor que su propio crecimiento. Y aquí no terminan las paradojas.
Unas elecciones que no interesaban ni siquiera a sus principales candidatos, han inaugurado un periodo apasionante, esperanzador sin duda para todo el progresismo español. Pero antes de lanzarse a forjar alianzas y contar los escaños que dan mayorías absolutas, los presuntos socios de Podemos deberían detenerse a analizar qué ha pasado. Porque en esta campaña, sólo ha existido un partido cuyos candidatos tomaban café en los bares, viajaban en metro y andaban por la calle. Sólo ellos han entendido lo que le preocupa a la gente, y les han contado en su propio idioma lo que necesitaban escuchar. ¿Eso es populismo? No, señores, eso es hacer política. Más que la enhorabuena, los rivales de Iglesias deberían darle las gracias.
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