miércoles, 24 de junio de 2015

Sigamos con el teatro...

La política no puede ser teatro. No puede ser sólo y exclusivamente marketing. Uno de los motivos por los que los nuevos partidos convencen en tiempo record a la ciudadanía es porque parecen cercanos, naturales, "gente corriente" como ellos se han definido. Y es que estoy segura de que si seguimos en la impostura continuada, poca alternativa podrá ver la gente en nosotros, en el Partido Socialista. En este sentido, demoledor me pareció el artículo que publicó Mercedes Morales en La Voz. "Fin del teatro de los pactos", lo tituló. 

El pasado fin de semana asistimos a la puesta en escena de nuestro candidato a la Presidencia del Gobierno. Parece que los asesores programaron el espacio y los detalles: "¡esposa de bandera!". Se eligió el Teatro Circo Price de Madrid. Se determinó la utilización de la bandera constitucional, excluyendo nuestros símbolos: el puño y la rosa. Y se le dio especial relevancia a Begoña Gómez, como si lo importante fuera resucitar la espantosa y machista frase de "detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer". 

No somos el sueño americano, no sentimos ni pensamos como ellos. Afortudamente en mi opinión. Por eso, respecto de Begoña, me remito a las palabras que Susana Díaz manifestó cuando aquella acompañó a Pedro Sánchez en la reunión con Ban Ki-Moon en abril. "Yo no lo haría", dijo Susana. Poner el foco en Begoña, tiene su reminiscencia ancestral, que yo, como muchas mujeres socialistas, detestamos. 

Respecto al uso de la bandera constitucional en un acto del partido, parece como si todo se hiciera pensando en los votantes y no en los militantes. Y con ello se mantiene el teatro, prueba de ello es que nada se ha trasladado sobre el discurso de Pedro Sánchez, su contenido no ha importado. De este modo, nos convertimos en un "bluf", y eso no debería ser así. Choca mucho que quienes defendieron hace un año la oportunidad de la Tercera República ante la abdicación del Rey Juan Carlos, ahora se vistan de plenamente monárquicos, y muy lejos no me tengo que ir. Los socialistas siempre hemos respetado los símbolos del Estado y a los actos institucionales me remito. A las promesas y juramento de nuestros cargos institucionales, con la mano sobre la Constitución, que comprende todos y cada uno de esos símbolos. Pero esto no significa que los incorporemos a nuestros actos de partidos, porque... ¿qué será lo siguiente? ¿Abriremos o cerraremos con el himno español? Dicho sea de paso, la internacional hace tiempo que no se escucha en nuestros encuentros de partido. En este sentido escalofríos he sentido al leer a jóvenes militantes -no por edad sino por años de carné socialista- de mi agrupación, manifestando que "nos deberíamos quitar de encima los recuerdos de la dictadura". Juventud y memoria frágil se unen. Este argumento también ha sido utilizado por uno de los "barones" socialista. Guillermo Fernández Vara hizo lo propio, recurriendo al tiempo transcurrido desde que finalizó la guerra civil. ¿Cómo? Así es, 76 años. Conformamos un partido republicano que no puede olvidar ni restar de su memoria a quienes fueron esos compañeros y compañeras socialistas, asesinados y asesinadas por la defensa de la República.

Tengo claro que la puesta en escena ha sido para desvirtuar el mensaje de que pactamos con radicales y por la estrategia política de abrir el espacio para recuperar a los votantes de centro izquierda, pero ello no me impide decir lo que pienso. Y ésto no es contradictorio con el respeto a la bandera que supone la integridad de mi Estado. Naturalidad, eso es lo que deberíamos buscar, y en ella la recuperación de nuestra historia y sacar pecho con ella. 

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