Las mentiras de Ingelmo sobre mi profesión

Mis padres nos enseñaron que el esfuerzo debía ser una constante en nuestra vida. Por eso cuando el lunes 17 de marzo, Pedro Ingelmo publicó un artículo con aquellas cosas que le han podido contar "enemigos" o "adversarios", pero que ni por asomo son ciertas, comprendí que no todo el mundo ha recibido la misma educación. Ingelmo, como ya he comentado en otra entrada, debió hacer un esfuerzo que no hizo, el de comprobar si lo que le habían contado correspondía con la realidad, si las afirmaciones que estaba dispuesto a escribir podrían ser falsas. Porque alguna de esas afirmaciones son muy graves. Uno no puede creerse todo lo que le cuentan, porque prestar la pluma a otro u otros te puede dejar en muy mal lugar en la profesión que ejerces.

Decía Ingelmo que "aunque los políticos del 'estilo Meléndez' disfracen su curriculum, no es difícil rastrear su trayectoria". Claro está, Ingelmo no se ha preocupado de rastrear mi trayectoria. Efectivamente, soy Licenciada en Derecho, pero también estudié Danza Clásica y Solfeo durante los años en los que iba al instituto y los tres primeros cursos de la Facultad. Cuento esto, porque compatibilizar ambas formaciones académicas me ha permitido entender la vida con la disciplina que hay que tener para alcanzar las metas que te propongas. No en vano, esos años fueron duros en cuanto al aprovechamiento del tiempo, porque cuando te estás formando en un alto nivel de la disciplina de danza, compaginándolo con estudios de Solfeo, para lo que necesitas todas las tardes, y por las mañanas en primero, segundo o tercero de Derecho, tienes que ser muy disciplinada. También estudié Alemán en la EOI de Cádiz, hasta cuarto curso.

Terminada la licenciatura en Derecho, estuve seis meses con una colaboración en la empresa Delphi en la asesoría jurídica. Seis meses en los que aprendí mucho sobre el funcionamiento de una multinacional como esa, pero que también me permitieron desechar la abogacía como medio de vida, en pro de la docencia. Asi que me matriculé en los Cursos de Doctorado e hice la tesina en Derecho Procesal con un estudio comparado sobre el Tribunal del Jurado en Alemania, Francia, Portugal, Reino Unido, Austria y Estados Unidos. Publicaciones sobre la Ley Orgánica del Poder Judicial, sobre la responsabilidad penal de los menores, sobre el arbitraje de consumo en Portugal, sobre la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado; dos veranos en la Facultad de Derecho de Munich, uno de ellos con una beca de investigación; y, miembro del grupo de investigación de la UCA "Proceso y empresa", son parte de mi trayectoria profesional. Mi asignarura pendiente: no haber terminado la tesis doctoral antes de entrar en política. 

Empecé a dar clases en la Facultad de Derecho con un contrato de profesora asociada a tiempo parcial en el año 97. Durante nueve años ejercí esa profesión no sólo en la Facultad de Derecho de Jerez, sino también en la de Algeciras -donde fuí durante tres años Secretaria Académica-, en el Instituto de Criminología, en la Escuela de la Policía Local de Jerez y en el Aula de Mayores de la UCA. Durante esos años, compatibilicé ese contrato a tiempo parcial con la docencia en institutos, primero como interina y después como funcionaria de carrera cuando aprobé las oposiciones en 2004 -segunda de mi Tribunal y tercera de Andalucía de la promoción-. Y ¿cómo entré en la lista de interinos? Pues como todo el mundo. La Consejería de Edcuación abrió la bolsa de trabajo y formulé la solicitud con la documentación, baremaron y pasé a una lista, y por riguroso orden, me dieron una sustitución. Asi que mi primer destino fue Puerto Real -a estas alturas sé que la misma tarde que Pedro Ingelmo publicó el artículo, una compañera de ese primer destino le comentó que lo que había escrito sobre mi primer destino no era cierto, asi que no me ha hecho falta corregirle su error, ya lo han hecho otras por mi-.Pero, Ingelmo aún no ha corregido ni rectificado la afirmación que hizo: "su primer destino en Secundaria era Almería" -esto me lo quedo en el tintero para la próxima entrada-. En enero de 2006, como todo el mundo sabe, entré a formar parte de la plantilla de ISE Andalucía, actividad profesional que me ha apartado de las aulas durante ocho años, solicitando una excedencia en la Función Pública Docente por pasar a otro cuerpo de la administración educativa.

Pedro Ingelmo formulaba otra expresión absolutamente incierta. "Tendrá que volver a las aulas en las que apenas ha ejercido su profeión de docente", escribió. !Que equivocado está! Nueve años. No sé si le parecerán muchos o pocos para los cuarenta y uno que tengo. Ahora, tras el despido de ISE Andalucía, he vuelto a las aulas con mucho agrado, con gran satisfación, debiendo reciclarme: las dejé en la era de la tiza y estamos en la de la pizarra digital. Llevo en la sangre la docencia, la vocación, la pasión por aportar tu grano de arena en el futuro de quienes te atienden, te escuchan, de quienes se forman. No en vano, para quien estudia derecho, una carrera que tiene miles de salidas profesionales, tan diversas, tan diferentes, esta puede ser una más, para mí fue la esencial, la que te hace rica en experiencias.

Un último apunte, estos días he recibido muchas llamadas de amigos/as, compañeros/as de partido, vecinos/as y compañeros/as de la carrera. Estos últimos han repetido una frase: "te lo dije, no te metieras en política, tenías que haberte colegiado". Y a todos les he respondido lo mismo: "no estoy arrepentida por ello, porque aún sigo creyendo en la necesidad de la política en nuestra sociedad, de la que se hace con mayúsculas".