Quiero contaros lo que me ocurrió el año pasado en clase. Para mí fue ejemplo de la involución que estamos viviendo en materia de igualdad y de que "todo sigue igual".
Explicando las medidas de traslado y de suspensión del contrato de trabajo solicitadas a la empresa por mujeres víctimas de violencia de género, un alumno mostró su desconcierto. Que una mujer pudiera solicitar ser trasladada de centro de trabajo o que pudiera pedir la suspensión de su contrato de trabajo cuando ha sufrido violencia de género, para él era un motivo de una discriminación "indebida". Todo ello bajo la afirmación de que deben regularse las mismas medidas para los hombres que sufren violencia en el ámbito familiar. Debo decir que mi alumnado por la edad que tiene se le presupone a ellas y ellos informados en datos, en situaciones, en noticias que desgraciadamente entorno a esta cuestión se dan casi todos los días. Pero esta reivindicación expresada por este alumno, me mostró que los "mitos", que la realidad distorsionada de la violencia machista llega, y mucho, a nuestros jóvenes. ¿Cómo vamos a equiparar a miles de mujeres que sufren violencia machista frente a los escasísimos hombres que en todo caso sufren violencia psicológica? De verdad. ¡Cuánto nos queda por trabajar! Y mientras le daba argumentos, motivaciones de la necesidad de esas medidas, del pánico con el que viven esas mujeres y sus hijos e hijas, de la relación de superioridad que se sigue dando en estas relaciones de pareja "enfermizas", observé la camiseta que llevaba con una leyenda espantosa, que vincula a la mujer como objeto sexual. "¡Dios! cómo puedes hablarme de esto, generar este debate con esa frase en tu camiseta!", le dije. El resto de la clase lo miró. Ellas, las chicas asintieron con la cabeza, hacia tiempo que se sentían contrariadas con esa frase expuesta por su compañero sin mala intención alguna por su parte, todo sea dicho, pero ellos, los chicos, jamás habían advertido el significado perverso que bajo un lema aparentemente gracioso se escondía.
Explicando las medidas de traslado y de suspensión del contrato de trabajo solicitadas a la empresa por mujeres víctimas de violencia de género, un alumno mostró su desconcierto. Que una mujer pudiera solicitar ser trasladada de centro de trabajo o que pudiera pedir la suspensión de su contrato de trabajo cuando ha sufrido violencia de género, para él era un motivo de una discriminación "indebida". Todo ello bajo la afirmación de que deben regularse las mismas medidas para los hombres que sufren violencia en el ámbito familiar. Debo decir que mi alumnado por la edad que tiene se le presupone a ellas y ellos informados en datos, en situaciones, en noticias que desgraciadamente entorno a esta cuestión se dan casi todos los días. Pero esta reivindicación expresada por este alumno, me mostró que los "mitos", que la realidad distorsionada de la violencia machista llega, y mucho, a nuestros jóvenes. ¿Cómo vamos a equiparar a miles de mujeres que sufren violencia machista frente a los escasísimos hombres que en todo caso sufren violencia psicológica? De verdad. ¡Cuánto nos queda por trabajar! Y mientras le daba argumentos, motivaciones de la necesidad de esas medidas, del pánico con el que viven esas mujeres y sus hijos e hijas, de la relación de superioridad que se sigue dando en estas relaciones de pareja "enfermizas", observé la camiseta que llevaba con una leyenda espantosa, que vincula a la mujer como objeto sexual. "¡Dios! cómo puedes hablarme de esto, generar este debate con esa frase en tu camiseta!", le dije. El resto de la clase lo miró. Ellas, las chicas asintieron con la cabeza, hacia tiempo que se sentían contrariadas con esa frase expuesta por su compañero sin mala intención alguna por su parte, todo sea dicho, pero ellos, los chicos, jamás habían advertido el significado perverso que bajo un lema aparentemente gracioso se escondía.
Muchas situaciones de estas características podría contar en este año y medio de regreso a las aulas. Y es que el lenguaje es muy importante, más de lo que incluso pudiéramos pensar, porque con él se siguen trasladando estereotipos, roles... en definitiva, machismo. Aquí os dejo una foto de su camiseta. Por cierto, no volví a verla.
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