Julio Malo escribe hoy en la prensa sobre El Olivillo. Para la mayoría de los gaditanos y gaditanas este edificio es poco más que unas ruinas que se mantienen de pié de puro milagro, un edificio que no ha contenido nada en los últimos no sé cuanto años. Nos informa Julio Malo que el edificio tiene unas características propias por concepción y estilo que lo hacen un valor a preservar. Hace un par de días escuchaba en la radio al presidente del Colegio de Arquitectos de Cádiz manifestarse en el mismo sentido y poner el grito en el cielo, educada y fundamentadamente, por la intención de derribar el edificio y edificar de nuevo. La historia de El Olivillo viene de lejos, demasiado, con una cesión de la Junta a la universidad para adaptarlo a equipamiento universitario. Los años, los rectores, los consejeros, los delegados han ido pasando y el edificio está en peligro serio. Primero el peligro de venirse abajo y luego en peligro de que lo derriben con la excusa de su mal estado para reedificar algo. Reedificar ¿qué?. Porque los gaditanos y gaditanas ya no nos fiamos de nada, amamos nuestro patrimonio y no queremos ver cómo es sustituido por a saber qué cosa. Lo único permanente en esta historia es Teófila Martínez que en su política de acusar a gritos a los demás no ha conseguido nada de nada. En vez de mirar sus muchas obras y proyectos pendientes optaba por la salida fácil de señalar con el dedo a los demás. Si esa política fuera eficaz El Olivillo estaría restaurado hace tiempo, pero quince años de gritos no ayudan ni solucionan. Lo dicho, unos por otra y la casa sin barrer, y el Olivillo al borde del precipicio. ¿Lo consentiremos los gaditano y gaditanas? Os dejo el artículo de Julio Malo
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