No soporto. Estoy indignada -reclamo mi derecho a estar indignada-, cuando desde las arcas municipales se destinan más de seiscientos mil euros anuales a pagar salarios de concejales y concejalas que se definen incompetentes en las materias de las que son responsables. No soporto. Me indigna conocer a personas que perciben un salario público y no hacen nada por transformar la realidad que nos rodea. No soporto. Me indigna. Conocer a personas que se dedican a la política, aún teniendo el voto legítimo de la ciudadanía, pero que ejercen esta "vocación" sólo para sí mismos y no para los demás. Esta es la enfermedad del siglo XXI de la clase política.
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