¡No se de que se quejan los nuevos concejales y concejalas de la Corporación! El lamento de los antiguos no me cogen de nuevas, ya los he escuchado en más de una ocasión con la cantinela de lo largo que son los plenos. Claro está, siempre surge este reparo de aquellos y aquellas que se toman ésto, la representación institucional, como una profesión y por lo tanto "pican" con hora de llegada y de salida.
Los plenos han sido siempre pesados. Ahora parece que lo son más, pero no. Son exactamente iguales que antes en cuanto a su extensión. En numerosas ocasiones, en legislaturas anteriores, hemos salido del Salón de Plenos bien entrada la tarde. Antes era con la única justificación de los "espiches mitineros" que en cada punto se marcaba la anterior alcaldesa, para colmo sin control alguno del tiempo. Ahora, para mí, está más que justificado el tiempo en cada sesión. Si cada grupo propone y enmienda como considere, normal que se alargue la sesión plenaria. Y nada debe extrañar. Para un pleno que se produce al mes, no pretenderán que sea "una entrada por una salida". Si bien es cierto que alguno y alguna se podría evitar esos discursos pamplineros y caer en la cuenta de una vez que a pocos gusta de ver tanto ridículo, salvo a los más hooligans de cada formación política o a los que encanta la "sangre" en el "ring plenario".
Los tiempos en cada intervención son, lo normal. Más ahora que cada grupo expone sus posiciones y por lo tanto se hace más apetecible rebatir las posturas expuestas por los demás. Antes el PP se callaba en la primera intervención y recuperaba todo el tiempo "perdido" en la segunda. De ese modo, entre el o la portavoz y la exalcaldesa se colaban a veces en más de una hora. Sencillamente, mortal. Y todo con una oscura finalidad. Que a las tres de la tarde, hora en la que se solían marchar los trabajadores y trabajadoras de los medios de comunicación, las únicas propuestas debatidas fueran las del equipo de gobierno. ¡Así eran al día siguiente las crónicas!
¡Limitar las propuestas ni por asomo! Y así debería ser tomada esta cuestión. Una medida de estas características sólo provocaría mayor desafección de la ciudadanía. ¡Cómo no hay temas qué decidir y qué debatir! Y ni que decir de la propuesta que ha formulado alguno de los portavoces ¡descansar de 14 a 16 horas para almorzar! ¡Madre mía! eso no es un receso, es comer a mesa y mantel ¡como los señoritos! No digo quien ha sido, que después me pitan los oídos.
Que se dejen de pamplinas, que vayan al grano de la propuesta que se debata y no se vayan por los cerros de Úbeda.
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