Las elecciones del pasado domingo han dejado en la ciudad de Cádiz un
panorama político que se caracteriza tanto por la pérdida de la mayoría
absoluta del partido gobernante los últimos veinte años como por la
fragmentación de la izquierda en tres fuerzas políticas. Además, esta
última ha conseguido la mayoría de los concejales que formarán el pleno
municipal y tienen una posibilidad real de formar un gobierno municipal
de izquierdas.
El principal problema para esta alianza de gobierno reside, probablemente, en las diferentes culturas políticas de las tres fuerzas. El Partido Socialista es, en este momento, una fuerza intensamente institucionalizada y uno de sus problemas es ese exceso de institucionalidad que le ha hecho alejarse de la ciudadanía común y sus problemas diarios. Podemos, por su parte, se enraíza en una tradición asamblearia y de reivindicación permanente. La tercera fuerza en liza es Ganemos, fruto -en su versión local- del trabajo de sectores asociativos y de Izquierda Unida y Equo, en la que confluyen ambas tradiciones tanto de activismo como de cierta institucionalidad.
Tras el resultado, todo el mundo se ha lanzado a hablar; más bien a especular en torno a pactos y a condiciones para los mismos. Líneas rojas, compensaciones, intercambio de cromos, pagar errores pasados, purgar pecados, unidad popular, frentismo, concesiones previas, etc. Son parte de todo un listado de expresiones y términos que se han instalado en los mensajes que se intercambian los partidos, sus líderes y portavoces. Personalmente, pocas ganas observo de pactar y sí muchas de encajar a las otras fuerzas posibles fracasos o, también se percibe, el deseo de poner a las otras fuerzas entre la espada y la pared; o yo o los brazos de la derecha. Vamos sin duda hacia un pacto a desgana en el mejor de los casos.
Tirando del sentido común, el primer paso sería colocar sobre la mesa un acuerdo sencillo de cumplir, que sea fedatario de la buena voluntad de las partes y que facilite el primer paso: la formación de un gobierno municipal de izquierdas aunque fuera sólo de una o dos de las fuerzas implicadas. Un acuerdo que incluya algunas medidas elementales, con escasa carga económica para la ciudad y que contribuya a dar transparencia a la vida municipal, que fomente el pluralismo político y la participación ciudadana. Un pacto que refuerce la transparencia como mejor y más eficaz medida para luchar contra la corrupción.
Unas probables medidas, en este perfil señalado y a modo de ejemplo, podrían girar en torno a la regulación de los plenos. El simple hecho de que el pleno municipal esté presidido por un concejal distinto a la persona del alcalde o alcaldesa es una medida sencilla y de higiene democrática básica. Hay precedentes; Odón Elorza, el alcalde socialista de San Sebastián durante algunos años, lo practicó. Obviamente hablamos de un concejal o concejala elegido por consenso entre todos los grupos o al menos la mayoría de ellos. Este sencillo gesto transformaría el pleno en la asamblea política representativa de la ciudad y configuraría un espacio de debate político más imparcial.
Igualmente se podrían emprender algunas reformas del reglamento orgánico municipal de algo más de calado como por ejemplo el concejal 28, una propuesta ya antigua pero no desfasada de los socialistas gaditanos y que haría bien el futuro grupo municipal socialista en poner sobre la mesa de Podemos y Ganemos. Se trata de regular y ordenar la capacidad de que ciudadanos y colectivos presenten propuestas al pleno municipal y luego puedan defenderlas y discutirlas con los concejales electos.
Otras reformas tan simples como que siempre cierre el turno de palabra el concejal o grupo proponente contribuirían a dar equilibrio al debate político en el seno del pleno municipal.
De la misma manera, urge un acuerdo común de los tres grupos en el sentido de comprometerse a regular los presupuestos participativos en un plazo concreto y breve. Este procedimiento que da voz y capacidad de decisión a la ciudadanía en la elaboración presupuestaria no es una novedad, a modo de ejemplo el ayuntamiento socialista de Albacete lo puso en marcha ya en el año 2000 y posteriormente numerosos ayuntamientos de la izquierda los han implementado desde entonces. Los presupuestos participativos son un punto de acuerdo al que nadie desde la izquierda se puede negar, el Partido Socialista aportaría su experiencia al igual que IU desde Ganemos, Podemos tendría que asumir la acción de gobierno lógicamente.
Se trata, pues, de avanzar hacia un pacto más estable, hacia el compromiso real entre todos para un gobierno municipal estable y eficaz de nuestra ciudad mediante unos acuerdos mínimos y compartidos de antemano. Juan Carlos Monedero escribió que "en una sociedad desbordada tecnológicamente y saturada audiovisualmente, la necesidad de recuperar el habla como arma de transformación se convierte en una urgencia". Y ya es hora de que los líderes de las izquierdas gaditanas empiecen a hablar realmente y se dejen de declaraciones y mensajes mediante redes y medios. Es la hora de la palabra cara a cara y a poder ser sobre propuestas sencillas, realistas y transparentes como las aquí expuestas. A partir de ahí se debería construir ese plan económico, social y territorial que Cádiz necesita. Estoy seguro de que el PSOE gaditano firmaría esta sencillas propuestas para que la izquierda de nuestra ciudad no vea frustrada la mayoría plural que dibujó en las urnas el pasado domingo 24.
El principal problema para esta alianza de gobierno reside, probablemente, en las diferentes culturas políticas de las tres fuerzas. El Partido Socialista es, en este momento, una fuerza intensamente institucionalizada y uno de sus problemas es ese exceso de institucionalidad que le ha hecho alejarse de la ciudadanía común y sus problemas diarios. Podemos, por su parte, se enraíza en una tradición asamblearia y de reivindicación permanente. La tercera fuerza en liza es Ganemos, fruto -en su versión local- del trabajo de sectores asociativos y de Izquierda Unida y Equo, en la que confluyen ambas tradiciones tanto de activismo como de cierta institucionalidad.
Tras el resultado, todo el mundo se ha lanzado a hablar; más bien a especular en torno a pactos y a condiciones para los mismos. Líneas rojas, compensaciones, intercambio de cromos, pagar errores pasados, purgar pecados, unidad popular, frentismo, concesiones previas, etc. Son parte de todo un listado de expresiones y términos que se han instalado en los mensajes que se intercambian los partidos, sus líderes y portavoces. Personalmente, pocas ganas observo de pactar y sí muchas de encajar a las otras fuerzas posibles fracasos o, también se percibe, el deseo de poner a las otras fuerzas entre la espada y la pared; o yo o los brazos de la derecha. Vamos sin duda hacia un pacto a desgana en el mejor de los casos.
Tirando del sentido común, el primer paso sería colocar sobre la mesa un acuerdo sencillo de cumplir, que sea fedatario de la buena voluntad de las partes y que facilite el primer paso: la formación de un gobierno municipal de izquierdas aunque fuera sólo de una o dos de las fuerzas implicadas. Un acuerdo que incluya algunas medidas elementales, con escasa carga económica para la ciudad y que contribuya a dar transparencia a la vida municipal, que fomente el pluralismo político y la participación ciudadana. Un pacto que refuerce la transparencia como mejor y más eficaz medida para luchar contra la corrupción.
Unas probables medidas, en este perfil señalado y a modo de ejemplo, podrían girar en torno a la regulación de los plenos. El simple hecho de que el pleno municipal esté presidido por un concejal distinto a la persona del alcalde o alcaldesa es una medida sencilla y de higiene democrática básica. Hay precedentes; Odón Elorza, el alcalde socialista de San Sebastián durante algunos años, lo practicó. Obviamente hablamos de un concejal o concejala elegido por consenso entre todos los grupos o al menos la mayoría de ellos. Este sencillo gesto transformaría el pleno en la asamblea política representativa de la ciudad y configuraría un espacio de debate político más imparcial.
Igualmente se podrían emprender algunas reformas del reglamento orgánico municipal de algo más de calado como por ejemplo el concejal 28, una propuesta ya antigua pero no desfasada de los socialistas gaditanos y que haría bien el futuro grupo municipal socialista en poner sobre la mesa de Podemos y Ganemos. Se trata de regular y ordenar la capacidad de que ciudadanos y colectivos presenten propuestas al pleno municipal y luego puedan defenderlas y discutirlas con los concejales electos.
Otras reformas tan simples como que siempre cierre el turno de palabra el concejal o grupo proponente contribuirían a dar equilibrio al debate político en el seno del pleno municipal.
De la misma manera, urge un acuerdo común de los tres grupos en el sentido de comprometerse a regular los presupuestos participativos en un plazo concreto y breve. Este procedimiento que da voz y capacidad de decisión a la ciudadanía en la elaboración presupuestaria no es una novedad, a modo de ejemplo el ayuntamiento socialista de Albacete lo puso en marcha ya en el año 2000 y posteriormente numerosos ayuntamientos de la izquierda los han implementado desde entonces. Los presupuestos participativos son un punto de acuerdo al que nadie desde la izquierda se puede negar, el Partido Socialista aportaría su experiencia al igual que IU desde Ganemos, Podemos tendría que asumir la acción de gobierno lógicamente.
Se trata, pues, de avanzar hacia un pacto más estable, hacia el compromiso real entre todos para un gobierno municipal estable y eficaz de nuestra ciudad mediante unos acuerdos mínimos y compartidos de antemano. Juan Carlos Monedero escribió que "en una sociedad desbordada tecnológicamente y saturada audiovisualmente, la necesidad de recuperar el habla como arma de transformación se convierte en una urgencia". Y ya es hora de que los líderes de las izquierdas gaditanas empiecen a hablar realmente y se dejen de declaraciones y mensajes mediante redes y medios. Es la hora de la palabra cara a cara y a poder ser sobre propuestas sencillas, realistas y transparentes como las aquí expuestas. A partir de ahí se debería construir ese plan económico, social y territorial que Cádiz necesita. Estoy seguro de que el PSOE gaditano firmaría esta sencillas propuestas para que la izquierda de nuestra ciudad no vea frustrada la mayoría plural que dibujó en las urnas el pasado domingo 24.
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