Se puede decir que hay militantes y militantes, que en el Partido Socialista hay gente muy diversa, con intereses diversos y actitudes de lo más variado. De entre todos y todas podemos señalar defectos, virtudes, grandezas, miserias. Los miembros del PSOE dan mucho de si, para lo bueno y para lo malo. Sin embargo en toda la masa de personas que conforman mi partido siempre hay alguien que destaca sobremanera en lo bueno, en lo generoso, en la entrega y, aunque parezca imposible, en la inapetencia de cargo o prebenda. Antonia Alvarado, militante socialista cien por cien, acaba de fallecer. Se nos ha ido una persona de primerísima categoría, una mujer noble y luchadora, una socialista íntegra, una demócrata ejemplar. Tenía la igualdad y la libertad grabadas en su ser, tanto que dedicó los últimos años a recordar, a recordarnos a todos, que no era posible ni deseable el olvido de quienes cayeron porque creían en esas dos nobles e imprescindibles ideas: libertad e igualdad. De todos los recuerdos que de ella me vienen a la memoria me quedo con una intervención suya en un pleno municipal, en el turno de los ciudadanos, hará unos tres o cuatro años. Vino a recordarnos a los miembros de la corporación nuestra obligación de preservar la Memoria Histórica en nuestra ciudad. Y lo hizo con altura, con autoridad moral, sin acritud pero con la firmeza que dan la razón y las convicciones nacidas del corazón.
Y en el plano más personal, recordaré siempre lo cariñosa que era con mis hijas, cada vez que iba con ellas a la sede de San Antonio, cuando ella era la Secretaria de la Casa del Pueblo de la ejecutiva local siendo secretario general Federico Pérez Peralta. Antonia siempre recibía a mis hijas con un cariño, una sonrisa y las cogía en brazos para cuidarlas, mientras yo atendía a algún vecino.
Antonia Alavarado ya no está entre nosotros, allá donde esté seguirán vivos los ideales de la libertad del ser humano. Descansa en paz, querida compañera.
Y en el plano más personal, recordaré siempre lo cariñosa que era con mis hijas, cada vez que iba con ellas a la sede de San Antonio, cuando ella era la Secretaria de la Casa del Pueblo de la ejecutiva local siendo secretario general Federico Pérez Peralta. Antonia siempre recibía a mis hijas con un cariño, una sonrisa y las cogía en brazos para cuidarlas, mientras yo atendía a algún vecino.
Antonia Alavarado ya no está entre nosotros, allá donde esté seguirán vivos los ideales de la libertad del ser humano. Descansa en paz, querida compañera.
Una gran compañera, una socialista como hay ya pocos. Un abrazo para los suyos. Paco de El Pópulo.
ResponderEliminarLo lamento muchísimo, era una gran persona. Antonio.
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