Buenas noticias. Parece, a falta de celebrarse el último comicio en Wasington DC, que la candidata demócrata será una mujer: Hillary Clinton. Espero que ella sea la próxima presidenta en los Estados Unidos de América. Se produciría un hito histórico. Por primera vez una mujer llegaría a un puesto de tan alta responsabilidad.
Parece que algo se mueve en América, o mejor dicho, en Norteamérica. Semanas atrás, meses atrás, las actrices y artistas norteamericanas han montado en pie de guerra contra la sociedad machista en la que están inmersas. Algunas de ellas han decidido poner pie en pared en cuanto a los cánones estéticos a las que se las somete. Actrices y deportistas profesionales han reclamado por los cuatro costados su derecho a percibir exacta e igual remuneración que los hombres. Poniendo sobre la mesa la desigualdad salarial, ellas actúan de avanzadilla para todas las mujeres.
Pero hay una cuestión que siempre me ha llamado poderamente la atención. ¿Por qué se presenta Hillary Clinton en vez Hillary Rodham? Ella, con su apellido de ¿soltera?. No logro alcanzar cómo algunas mujeres deciden, tras formalizar su vínculo matrimonial, renunciar a su identidad adquiriendo el apellido de su pareja. Una cuestión que siempre me ha parecido de un sesgo machista intolerable. Sea como fuere, que ella pueda ocupar o por ahora pelear por ocupar el despacho oval de la Casa Blanca es una magnífica noticia para el mundo. Al menos para la mitad del mundo.
Más mujeres hacen falta en los primeros puestos de la política. Pero para eso hay que seguir saltando obstáculos. Una anécdota: cuando decidí presentarme a secretaria general del PSOE de Cádiz, en una de las reuniones que mantuve con la militancia cuando aún públicamente nadie había expresado su intención de presentarse, un militante, hombre, que fue cabeza de lista de otra candidatura, llegó a decirme que yo no podía ser portavoz y secretaria general, porque además desarrollaba mi profesión fuera de la política y tendría que compatilizar todo eso (profesión, cargo institucional y cargó orgánico) con la familia. Así que terminó su perorata sugiriéndome que debía emplear parte de mi tiempo para cenar con mi marido. Sí, como leen. Hoy, casi cuatro años después, este "muchacho" es miembro de la ejecutiva provincial, designado por el actual secretario general. Machismo no, ¡lo siguiente!
Más mujeres hacen falta en los primeros puestos de la política. Pero para eso hay que seguir saltando obstáculos. Una anécdota: cuando decidí presentarme a secretaria general del PSOE de Cádiz, en una de las reuniones que mantuve con la militancia cuando aún públicamente nadie había expresado su intención de presentarse, un militante, hombre, que fue cabeza de lista de otra candidatura, llegó a decirme que yo no podía ser portavoz y secretaria general, porque además desarrollaba mi profesión fuera de la política y tendría que compatilizar todo eso (profesión, cargo institucional y cargó orgánico) con la familia. Así que terminó su perorata sugiriéndome que debía emplear parte de mi tiempo para cenar con mi marido. Sí, como leen. Hoy, casi cuatro años después, este "muchacho" es miembro de la ejecutiva provincial, designado por el actual secretario general. Machismo no, ¡lo siguiente!
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