Lo normal. Lo que ocurre ahora es lo normal. No era lo de antes. Lo que ha ocurrido en las Corporaciones anteriores. Con un arco plenario con cinco formaciones políticas, sin mayoría absoluta consolidada, con todo por discutir, con grupos políticos en posiciones ideológicas de derecha, centro e izquierdas, es normal que los plenos duren más de doce horas. Ya pasó en las legislaturas en las que Carlos Díaz era el alcalde. Entonces también con la pluralidad política presente en el salón de plenos. Que nadie se queje. Bueno sí, que se quejen porque sabiendo de lo farragoso de la jornada, quizás habría que articular la formula de celebración de los plenos en días consecutivos. A todo esto con el pertinente cuidado para aquellos concejales y concejalas que no disponiendo de dedicación exclusiva para con el Ayuntamiento, desempeñan su labor pública de forma compatibilizada con su profesión, y ésta es por cuenta ajena bajo las condiciones previstas en el Estatuto de los Trabajadores. Porque sin lugar a dudas podrían ser despedidos de sus trabajos.
Pero no se a vosotros, a mi, ayer, cuando fui a la plaza, el comentario que con mayor énfasis me hicieron en los puestos en los que suelo comprar, no fue sobre la duración del pleno, sino sobre la indumentaria que algún concejal llevaba al mismo. Y que nadie se enfade que cada uno viste como quiere, porque no hay nada como empoderarse con las prendas que se llevan, aunque algunas preferimos empoderarnos a través de la expresión de las ideas.
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