El jueves pasado celebramos la asamblea ordinaria en el PSOE de Cádiz. Para quien no sepa cómo funciona el partido socialista diré que debemos celebrar dos asambleas cada año, con los Estatutos en la mano. Esto no impide que se puedan convocar asambleas extraordinarias cuando la ejecutiva local lo decida o cuando un 20% de la militancia lo proponga.
Entre los puntos de orden del día se incluía el resultado de las elecciones municipales. Nada sobre el resultado de las elecciones autonómicas. Ninguna alusión al mismo.
Entre los puntos de orden del día se incluía el resultado de las elecciones municipales. Nada sobre el resultado de las elecciones autonómicas. Ninguna alusión al mismo.
Pero lejos de las discusiones internas, de las que se hecho eco el Diario de Cádiz, sobre si el candidato era mejor o peor, o sobre si el secretario general debería o no dimitir, hubo otras cuestiones mucho más interesantes. De mayor calado, o al menos eso creo.
El resultado, malo, ya lo dijo Susana Díaz. Los motivos expresados, preocupantes para una agrupación que no levanta cabeza. Aunque el secretario general expresara que asumía todas las responsabilidades, estas correspondían a una frase hecha. Nada de evaluación propia ni de examen de conciencia para enmendar el rumbo. Se olvidó, no se si intencionadamente o no, que era la tercera vez en un año que perdíamos las elecciones y que quedábamos relegados como tercera fuerza política en la ciudad.
Los motivos de la derrota, como era de esperar, provocados por los demás. Una retahíla de responsables todos ellos posicionados fuera de la ejecutiva local y de la candidatura. Los primeros en la lista, la Junta de Andalucía. Asumimos como propio el discurso que Teófila Martínez ha mantenido durante 20 años, a modo de que "el electorado no confía en nosotros porque la Junta hace tiempo que abandonó la ciudad". La pregunta que deberían hacerse quienes argumentaron esto es si tenemos el mejor interlocutor posible con los compañeros de la Junta para que los proyectos comprometidos salgan adelante. Los segundos en la lista, Podemos. Se utilizó a modo exculpatorio la fuerza que esta formación emergente ha tenido en la ciudad, parentescos incluidos. Y la pregunta es ¿por qué le dejamos el hueco de la izquierda en un momento en el que veíamos claramente la tendencia a la baja del Partido Popular? O mejor dicho ¿qué hicimos tras el aviso recibido en la elecciones autonómicas para que no se diera nuevamente un resultado tan malo? Los terceros en la lista, los militantes que no participamos en la campaña electoral, que en algunos casos como el mío nos apartamos para no molestar. Pero ¿qué faltó para que los militantes sintieran que no eran necesarios? ¿Hubo canales de participación? Y a esta pregunta respondo personalmente. Fui apartada brutalmente de mis responsabilidades en mi labor institucional, así que entendí, errónea o acertadamente, que no tenía cabida en esta campaña. Y de ahí mi silencio en toda ella. Y los cuartos en la lista, los ex militantes que proclamando que aún son socialistas decidieron apoyar a otras formaciones. Y en esto habrá que preguntarse y resolver el por qué de tantas escisiones entre nuestra militancia. Insultarlos, vejarlos públicamente no conduce a nada, únicamente a que cada día sean más los que tomen ese camino. No se, si internamente se trabaja en la idea de que cuantos menos mejor, mayor control y menos discrepancia. Y esto me preocupa.
Pero, nadie, ni el secretario general ni los que intervinieron en alabanzas hacia él, supieron o quisieron despejar una duda. ¿Qué medidas se adoptarán para cambiar el devenir futuro del partido? ¿Qué acción política se tomará a partir de ahora para recuperar a nuestro electorado para que no vayamos encaminados a la cuarta debacle electoral? Me refiero a la convocatoria de elecciones generales. Porque un partido que no es capaz de generar confianza en su propia militancia, difícilmente podrá hacerlo en la ciudadanía. Y estas son las respuestas que yo ansío.
En estos tres últimos años, cada uno de los eslóganes que han acompañado las decisiones internas han tenido una palabra clave: sumar. "Sumando socialismo" para la elección del secretario general y "sumando para el cambio" en las primarias para la candidatura a la Alcaldía. La realidad es que se ha restado más que sumado. Y se ha puesto en marcha un discurso muy peligroso para el sostenimiento de un partido como el nuestro en el que la diversidad de opiniones y el respeto a las mismas debe prevalecer. Ese discurso está apoyado en el enfrentamiento intergeneracional y en la política de la tierra quemada utilizada contra los militantes que consideran que las cosas habría que hacerlas de otro modo. Esto sí ocurrió en la asamblea del pasado jueves, más allá de intervenciones de apoyos efímeros para momentos interesados.
El resultado, malo, ya lo dijo Susana Díaz. Los motivos expresados, preocupantes para una agrupación que no levanta cabeza. Aunque el secretario general expresara que asumía todas las responsabilidades, estas correspondían a una frase hecha. Nada de evaluación propia ni de examen de conciencia para enmendar el rumbo. Se olvidó, no se si intencionadamente o no, que era la tercera vez en un año que perdíamos las elecciones y que quedábamos relegados como tercera fuerza política en la ciudad.
Los motivos de la derrota, como era de esperar, provocados por los demás. Una retahíla de responsables todos ellos posicionados fuera de la ejecutiva local y de la candidatura. Los primeros en la lista, la Junta de Andalucía. Asumimos como propio el discurso que Teófila Martínez ha mantenido durante 20 años, a modo de que "el electorado no confía en nosotros porque la Junta hace tiempo que abandonó la ciudad". La pregunta que deberían hacerse quienes argumentaron esto es si tenemos el mejor interlocutor posible con los compañeros de la Junta para que los proyectos comprometidos salgan adelante. Los segundos en la lista, Podemos. Se utilizó a modo exculpatorio la fuerza que esta formación emergente ha tenido en la ciudad, parentescos incluidos. Y la pregunta es ¿por qué le dejamos el hueco de la izquierda en un momento en el que veíamos claramente la tendencia a la baja del Partido Popular? O mejor dicho ¿qué hicimos tras el aviso recibido en la elecciones autonómicas para que no se diera nuevamente un resultado tan malo? Los terceros en la lista, los militantes que no participamos en la campaña electoral, que en algunos casos como el mío nos apartamos para no molestar. Pero ¿qué faltó para que los militantes sintieran que no eran necesarios? ¿Hubo canales de participación? Y a esta pregunta respondo personalmente. Fui apartada brutalmente de mis responsabilidades en mi labor institucional, así que entendí, errónea o acertadamente, que no tenía cabida en esta campaña. Y de ahí mi silencio en toda ella. Y los cuartos en la lista, los ex militantes que proclamando que aún son socialistas decidieron apoyar a otras formaciones. Y en esto habrá que preguntarse y resolver el por qué de tantas escisiones entre nuestra militancia. Insultarlos, vejarlos públicamente no conduce a nada, únicamente a que cada día sean más los que tomen ese camino. No se, si internamente se trabaja en la idea de que cuantos menos mejor, mayor control y menos discrepancia. Y esto me preocupa.
Pero, nadie, ni el secretario general ni los que intervinieron en alabanzas hacia él, supieron o quisieron despejar una duda. ¿Qué medidas se adoptarán para cambiar el devenir futuro del partido? ¿Qué acción política se tomará a partir de ahora para recuperar a nuestro electorado para que no vayamos encaminados a la cuarta debacle electoral? Me refiero a la convocatoria de elecciones generales. Porque un partido que no es capaz de generar confianza en su propia militancia, difícilmente podrá hacerlo en la ciudadanía. Y estas son las respuestas que yo ansío.
En estos tres últimos años, cada uno de los eslóganes que han acompañado las decisiones internas han tenido una palabra clave: sumar. "Sumando socialismo" para la elección del secretario general y "sumando para el cambio" en las primarias para la candidatura a la Alcaldía. La realidad es que se ha restado más que sumado. Y se ha puesto en marcha un discurso muy peligroso para el sostenimiento de un partido como el nuestro en el que la diversidad de opiniones y el respeto a las mismas debe prevalecer. Ese discurso está apoyado en el enfrentamiento intergeneracional y en la política de la tierra quemada utilizada contra los militantes que consideran que las cosas habría que hacerlas de otro modo. Esto sí ocurrió en la asamblea del pasado jueves, más allá de intervenciones de apoyos efímeros para momentos interesados.
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