Así es. Aprendemos lo que vivimos. Por eso es tan importante nuestra primera enseñanza, la percibida en nuestra infancia, en nuestra juventud. Este panel que me encontré colgado ayer en la pared de un sitio muy frío, refleja lo que podríamos ser si tuviéramos un aprendizaje "sano", de costumbres que nos hicieran buenas personas. Así me considero, porque es lo que me enseñaron cuando era una niña. Y así intento que aprendan mis hijas. Por eso, no alcanzo a entender a aquellos que viven en la crítica porque aprendieron a vivir criticando. Ni a quienes aprendieron a vivir extorsionando, calumniando, mintiendo y vejando, aunque todas estas insanas prácticas sean bajo el motivo de la supervivencia. Y cada vez que los veo, me pregunto, ¿cómo serán sus criaturas? Mejor no imaginar. Mejor será pensar, que aún están a tiempo de ignorar aquello que aprendieron, de leer atentamente este panel y reflexionar.
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