No había podido acercarme en estos días al patio de la Escuela de Bellas Artes para ver el estado del Drago. Estos días, casi podría decir, que se ha estado jugando con los sentimientos de los gaditanos con esta situación. Todos albergábamos la esperanza de que la noticia no fuera cierta, de que el árbol pudiera recuperarse. Pero hoy cuando he pasado por el Callejón del Tinte he sentido la expresión que puso mi hija Erytehia cuando me contó el pasado jueves que "el árbol grande se había caído" con una pena profunda en su cara. Cuando lo he visto -la foto es de esta tarde- he imaginado el estado de abandono al que ha estado sometido. ¿Cómo podremos pedirle a nuestros vecinos que sean sensibles, que cuiden y que pongan en valor el patrimonio de nuestra ciudad, sino somos capaces de gestionarlo, al menos, "en condiciones"?
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