Son muchos los compañeros y compañeras que aún tienen rotos sus corazones a causa de la represión franquista en España. Se calcula que fueron aproximadamente 150.000 las personas asesinadas desde 1936-1943 en actos de represalia que tenía como objetivo atemorizar a la población española que no comulgaba con el régimen franquista. Los datos de los campos de concentración y del sistema penitenciario durante el franquismo son escalofriantes.
Nuestro país tiene, además, el dudoso honor de ser la única democracia mundial que no ha investigado el terrorismo de Estado una vez restablecido el sistema constitucional. Más allá del tímido intento que supuso La Ley de Memoria Histórica de 2007, no ha hecho nada por sacar de las cunetas a sus desaparecidos. El futuro de los miles de cuerpos de asesinados durante la Guerra Civil que continúan en las fosas comunes es aún hoy incierto. Las reticencias de algunos sectores de la sociedad para su apertura, el incumplimiento sistemático de la Ley de Memoria Histórica y la falta de fondos ha repercutido negativamente en las investigaciones y exhumaciones.
Los herederos y herederas de los que declararon la guerra a un sistema democrático,que eliminaron sistemáticamente a sus rivales políticos y que gobernaron a base de Consejos de Guerra, hoy están disfrutando de muchos privilegios económicos y políticos. El recuerdo de los seres queridos, asesinados de manera injusta, muchos de ellos socialistas, muchas de ellas represaliadas por ser mujeres de socialistas es una obligación para nosotros.
Quieren que olvidemos, pero eso para muchos va a ser imposible, porque no es justo y porque no lo vamos a permitir, no van a conseguir que olvidemos nuestra historia, ni que subestimemos a esos compañeros y compañeras que dieron sus vidas por la Libertad y por la Democracia.
Por eso, tengo siempre presente la dedicatoria que formula Alicia Domínguez en su libro El verano que trajo el largo invierno: "A mis queridos y admirados muertos, que me enseñaron el valor de la memoria, la dignidad de conservarla y el coraje de superar las tragedias que en ella se guardan".
Ya era hora que alguien hablara de este tema que tanto sufrimiento ha acarreado a tantas familias, y nunca se ha hecho justicia. Gracias Marta
ResponderEliminarLeí este libro hace tiempo. La autora no quiere desenterrar el verdadero pasado, es cierto que se recuerda a las victimas, pero...¿y los verdugos?, no solo los que se vistieron de falangistas despiadados y firmaron las ordenes de ejecucion, sino los beneficiados de una depuración indiscriminada. Es imposible que se pase la pagina de la historia, sin leerla completa. Hasta que no sepamos quienes fueron sus verdugos, y porque los priviligiados herederos gozan desde hace años de puestos en la sociedad que no tuvieron oportunidad de gozar otros, porque se lo arrebataron no puede haber verdadera memoria histórica.
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